Esperando al Señor
Esperando al Señor
Por Noela
Rebollo Seguí
Atender al
público en la Sala de Ventas de Sociedad Bíblica del Uruguay fue para mí una
experiencia muy grata que todavía “saboreo” en mis recuerdos.
En ese ámbito muchos me enseñaron lecciones de vida y dieron a su vez
testimonio de su caminar con el Señor.
Nunca
supimos a ciencia cierta su nombre completo, pues ella con sabiduría, prefería
el anonimato a la hora de dar sus contribuciones para la difusión de la
Palabra no solo en Uruguay sino en muchas otras partes del mundo donde quería
hacerse presente y mostrar su compromiso.
Era una
persona mayor, con muchas “batallas” encima, pero las mismas no eran
impedimento para que comprara un buen lote de Escrituras adicionales a su
ofrenda generosa y las metiera en una bolsa destinada para ello. A pesar
de sus años, las cargaba con alegría para compartir el mensaje con
enfermos, presos y cuantos estuvieren a su alcance.
Esa mañana me
tocó atenderla y le pregunté: “¿Cómo está hermana?”.
Ella respondió como siempre con esa frase que me quedó grabada y que cada
vez entiendo más: “Aquí lo ve, esperando al Señor”.
Ha pasado mucho
tiempo desde entonces, y lo que en su momento parecía sencillamente el anhelo
de una gran mujer de encontrarse con su Salvador debido a sus años, cobra un
mayor significado.
Su voz que
viene del recuerdo, repite una y otra vez…”Esperando al Señor,
esperando al Señor”. Ello me hace preguntarme y
preguntarte: “¿Nosotros, lo esperamos?”.
¿Lo esperamos
cada mañana, lo esperamos a cada instante y en toda circunstancia?”... “Claro”,
me dirás tú, “¡sí lo esperamos!” Y si lo esperamos, ¿por qué
vivimos como si no fuera a venir? Arrastrándonos, cabizbajos, desanimados
y confundidos como buscando en el suelo lo que viene del cielo.
Estas palabras
de aquella bella anciana resuenan en mi cabeza y me revelan un maravilloso
misterio, “la gracia de esperar”. Después de todo sencillamente, se
trata no solo de esperarlo a Él sino de esperar en Él.
Si ya se no
me digas nada, dirás: “no es fácil”, y yo te digo, claro que
no lo es. Pero me fortalece saber que esta “gracia” no es para uno pocos,
esta capacidad nos la brinda nuestro Padre a todos por igual, pues
sabe bien que tenemos necesidad de ella para continuar adelante.
Pero me gusta
como dice en Reina Valera 1909: “Todos los días esperaré
hasta el día de mi mutación”, de mi cambio, de mi transformación
completa y definitiva. Sigamos batallando, que no decaiga la fe ni la
esperanza mientras esperamos nuestra completa redención.
Todos los días
de mi edad esperaré…
hasta que
venga mi liberación”. Job 14:14b (RVR60)
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